martes, 11 de mayo de 2010

ISMAEL SERRANO





Papá cuéntame otra vez



Ana



La cita



Duermes



Amores imposibles



Cuando caiga la tarde, lo verás salir
arrastrando de casa, el calor del hogar 

cortará alguna flor, besará a su mujer
perseguirá la estela, de un cometa fugaz,

y en la calle lo verás abrir, la flor de su secreto
y empezará a soñar, quizá vaya al billar
a mirar, hombres y posturitas
quizá invente una cita, con un Adonis para él.

Ningún hombre lo amó, a nadie reveló 

su pasión y los juegos, el deseo clandestino 
no hubo cartas de amor, no hubo día del orgullo
no le devolverán, los veranos perdidos,
y Cernuda lo ve suspirar, triste desde el Parnaso
San Sebastián asaetado, reza por tus pecados
llora por ti y no olvida

al que sufre en silencio, a su oveja perdida.

Miran al cielo y piden un deseo
contigo la noche más bella,
amores imposibles
que escriben en canciones
el trazo de una estrella.
Cartas que nunca se envían
botellas que brillan
en el mar del olvido.
Nunca dejes de buscarme
la excusa más cobarde
es culpar al destino,
es culpar al destino.

Cuando salga de clase, lo volverá a encontrar
en el lado salvaje, tras el humo del hash

él dulce calavera, él corsario de barrio
ella dulce muñeca, ella seria y formal,

él no escucha el rumor de sus alas, si pasa a su lado
pobre Blancanieves nuestro príncipe prefiere a la madrastra
a la mala del cuento
él será la manzana, donde duerme el veneno. 


Ella soñará un verso, que él nunca escuchará

él no trepará sus trenzas, una noche de invierno
ella soñará un viaje y no habrá despedidas
ni canciones de amor, ni Capuleto y Montesco,
crecerán y en la espuma del tiempo, se deshacen sus sueños
no quedará ni un recuerdo, ni en la noche un lamento
quizá una leve herida
que lavará el olvido, o el agua de la clepsidra.


Miran al cielo y piden un deseo
contigo la noche más bella,
amores imposibles
que escriben en canciones
el trazo de una estrella.
Cartas que nunca se envían
botellas que brillan
en el mar del olvido.
Nunca dejes de buscarme
la excusa más cobarde
es culpar al destino,
es culpar al destino.


Caminando hacia el sur, tomando la autopista
han abierto un garito, muy cerquita del pueblo
donde huríes desnudas, venidas de cien mundos
celebran cada noche, catorce de febrero,
y en la aldea un hombre suspira, si el neón se ilumina
no tuvo Eva este Adán, no hubo asiento de atrás
ni caricias, ni cartas perfumadas
no hubo cita en el parque, no hubo chicas de plan.


Cuando caiga la noche, lo verás entrar
como cada domingo, aseado y puntual
la encontrará en la barra, como a un delfín varado
que ha perdido su estrella, que un día expulsó el mar,
ella escucha y él enamorado, desnuda sus miedos
entre el ruido, benjamines de champán y otros delfines 

cobrando su rescate, a náufragos perdidos
sueña raptar a su amante.


 Miran al cielo y piden un deseo
contigo la noche más bella,
amores imposibles
que escriben en canciones
el trazo de una estrella.
Cartas que nunca se envían
botellas que brillan
en el mar del olvido.
Nunca dejes de buscarme
la excusa más cobarde
es culpar al destino,
es culpar al destino.



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